domingo, noviembre 04, 2007

Cuando el hogar es también la escuela


La crisis educativa – violencia escolar, paros, problemas edilicios, falta de recursos - hace que cada vez más padres la elijan. Y ya hay una asociación que la promueve, cuenta la periodista Erica Sanchez, en esta nota publicada por el semanario porteño "Perfil".

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Sus tiempos son diferentes. Después de un desayuno cálido en familia, mamá le prende la compu y le pregunta qué quiere aprender hoy: ¿álgebra, geografía o literatura? “Literatura”, contesta, sin dudar, mientras ya empezó a leer de reojo las primeras líneas del libro. Más tarde visitará la biblioteca del barrio como lo hace a diario y se conectará a Internet, para ver si le mandaron el cuestionario de Historia.

De este modo transcurre sus días un niño argentino cuyos padres han decidido que se eduque en el hogar, lo que implica no asistir a la escuela. Porque el homeschooling –con ese nombre nació en los Estados Unidos– se practica en la Argentina cada vez con mayor frecuencia, y las respuestas que lo impulsan son: libertad, seguridad y capacitación. Julio Archet es el presidente de Educación Personalizada, un grupo de padres que se conectan a través de Internet para ayudarse, intercambiar ideas e información. “Los guiamos durante los primeros años y después ellos ya son autogestivos para desarrollar un programa de estudios. Usamos los mismos libros-guía que el sistema educativo, pero lo complementamos con abundante información y ejercicios. Utilizamos enciclopedias y desarrollamos los temas hasta donde entiendan. Son pocas horas pero muy intensas y dirigidas a lo concreto y no repetitivo, explica.

Todos los padres que deciden educar a sus hijos en casa están amparados por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Declaración de los Derechos del Niño y por la Ley Federal de Educación. Luego, los chicos pueden rendir exámenes libres y así ingresar a la Universidad. “No necesitamos de la escuela para educar a nuestros hijos. Si de formación argentina hablamos, hay que recordar la cadena de bochazos al ingreso de las universidades y a los chicos que no saben una tabla de multiplicación. El sistema educativo no nos ofrece mejores posibilidades: no contemplan un ámbito adecuado desde lo edilicio, acústico, luminoso y ni hablar de las herramientas de trabajo y la seguridad”, justifica Archet.

Flavia Vegezzi es madre de tres varones desescolarizados, como ella los llama. “Optamos por la educación a distancia y trabajamos por proyectos. Hacen trabajos de investigación, buscan información, la procesan, lo leemos todos juntos, discutimos y les pedimos que hagan informes, resúmenes o monografías. También van a prácticas de deportes, talleres de música o arte, de acuerdo a los intereses de cada uno.”

Bajo este sistema y el uso indiscriminado de las bibliotecas barriales y de Internet, los chicos aprenden y alcanzan niveles muchas veces superiores, por manejar otros tiempos e intereses. También pareciera ser indispensables un nivel cultural alto por parte de los padres y, en algunos casos, un buen pasar económico. Por eso, cuando surge la pregunta fundamental: “¿Qué se requiere para educarlos en casa?”, Isabel Ferreira, madre de dos nenas y un varón que no asisten a la escuela, explica: “Nosotros no somos docentes, ni pretendemos serlo. No planificamos lo que nuestros hijos deben aprender. Estamos al servicio de sus intereses, respondemos a sus inquietudes al tiempo que surgen.

En cuanto a la socialización, Archet cuenta: “Ellos no están todo el día metidos en casa. Tienen amigos, no muchos, los que ellos deciden. Son fieles, sencillos, proyectan paz interior, y están seguros de sí mismos”.

“Están más limitados a la hora de vincularse”

La licenciada Alejandra Marroquín es psicopedagoga y psicoanalista, coordinadora docente y supervisora del Equipo de Psicopedagogía del Centro Dos. Fundamenta que “ir a la escuela es una salida a lo familiar que es vital para cada persona.

La escuela tiene una función no solamente de educar, sino también la de propiciar nuevos vínculos con otros referentes que no sean los familiares. Lo que tiene de fundamental es la socialización con nuevos referentes maestros y referentes pares, los que enriquecen el aprendizaje. Un chico que no tiene acceso al colegio está más limitado en sus vínculos.

Un niño que aprende en la casa (un sistema que aunque parezca nuevo es antiquísimo ya que se asemeja mucho a cuando se llevaba a una institutriz para que se hiciera cargo de la enseñanza del chico), encuentra obstáculos en su salida al mundo que lo rodea. Pierde el interactuar con otros. Incluso existen casos en los que cuando un chico tiene dificultad en realizar la tarea, es indicación terapéutica que no la haga con los padres, porque con ellos tiene un vínculo de amor distinto al que puede crear con un docente. Un padre tiene que habilitar que el chico tenga un lazo con el maestro. Por eso, en este marco en el que muchos eligen educarlos en casa por miedo a la ola de violencia escolar y a la inseguridad, habría que pensar qué está pasando a nivel educativo para que exista esta modalidad.

Hay que repensar ciertas cuestiones como qué hacemos con ciertos excesos de violencia que existen en nuestra sociedad y cómo debemos encararlo en la escuela.”

(fin)

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