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Uno era la voz, la cara, el carisma (Juan Carlos Baglietto). El segundo, una usina de canciones, de desmesura y acné (Fito Páez). El tercero, otra montaña de canciones y dueño de la profecía (en 1980 Adrián Abonizio pronosticó: "De acá a dos años van a ver"). A 25 años del desembarco por primera vez de la Trova rosarina en el estadio Obras, algunos de sus protagonistas rememoran cómo fue tocar en el Templo del rock ese 14 de mayo. El cantante de la boina y el jardinero evoca: "Mucha gente, más de la que hubiéramos soñado. Mucha inocencia también. Es más, al finalizar tuvimos que optar entre llevar la batería en un flete a Haedo o ir a comer." Fito, con 19 añitos, y autor de La vida es una moneda, uno de los hits del álbum debut (Tiempos difíciles), hace memoria: "Recuerdo ir en un taxi escuchando La vida es una moneda en el viaje hacia el concierto. Estábamos allí para dar un punto de vista y nada se iba a interponer con nuestros deseos."
Ese punto de vista que menciona Páez conlleva a hacer un poco de historia y revisar el contexto rockero de 1982. El antes y el después fue la Guerra de Malvinas. Con la prohibición de pasar temas en inglés en las radios, el hasta ese instante ignorado y en algunos casos censurado rock vernáculo cobró una notoriedad impensada. De repente, la industria discográfica vio con buenos ojos editar material de grupos de acá: entre los debutantes, además de Baglietto, estuvieron Zas, Los Helicópteros; Alejandro Lerner y La Magia, La Torre y Orion's (a caballo de su hit festivalero, Toda la noche hasta que salga el sol). La televisión (PPM y Rock R.A.) y las FMs (9 PM, conducido por Lalo Mir, picó en punta) se sumaron a la ola.
Igualmente, 1982 fue un año bisagra en otro aspecto. Doce meses intensos, donde se terminaron de encolumnar ciertas rivalidades y ciertas búsquedas estéticas. Más que una homogeneidad en cuanto a un versus (como en los años 70, entre chetos y pardos), había una cruza de frentes y posiciones tomadas que pugnaban en tensión por su lugar. Si bien Virus, Sumo (que tocaban en el Café Einstein, de Omar Chabán), Los Violadores y los Redondos eran parte de la renovación, tenían diferencias artísticas.
En el medio, el regreso a los escenarios argentinos de la prohibida Mercedes Sosa (contratada por el manager del rock, Daniel Grinbank); y algunos festivales del palo: Pan Caliente y La Falda; el polémico Festival de la Solidaridad Latinoamericana y el B.A. Rock IV. Pese a esto, cerró la revista Expreso Imaginario. Y se empezó a hablar de rock nacional, cuando hasta hace poco se lo conocía como música progresiva o joven, entre otros términos.
Tema de Rosario
Desde la Chicago argentina, la nueva generación había unido fuerzas bajo la batuta de Juan Carlos Baglietto, quien interpretaba canciones de otros. Algo no muy usual en el rock. Y algunos de sus compositores formaban parte de su banda: el guitarrista Rubén Goldín y el tecladista Fito Páez. Venían de grupos como Irreal y El Banquete. Pero también el Chaplin melancólico le dio lugar a compositores como Jorge Fandermole (autor de la difundida Era en abril) y Adrián Abonizio (hacedor del hit Mirta, de regreso). Además, el éxito de Baglietto proyectó a Silvina Garré y al fallecido Lalo de los Santos (concibió Tema de Rosario).
En tiempos de choque generacional y terremotos musicales (el post punk y la new wave eran la sintonía del cambio), los rosarinos sintonizaron el desencanto político de los jóvenes que habían crecido en la dictadura y lo tradujeron en historias que podían barnizarlas con aromas tangueros, folclóricos o latinos, según la ocasión.
Pero los músicos cargaron con el estigma de ser "tristes". Baglietto: "Los que nos tildaron de depresivos no escucharon la propuesta por completo, y se limitaron a ver sólo lo que estaba en la superficie." Abonizio: "De sus declaraciones no queda nada, de nuestras canciones mucho".
Más allá de la melancolía y más acá del recibimiento de la crítica, el hecho es que en menos de un año estos jóvenes con barbas y pelos largos se transformaron en un suceso. En menos de 365 días dos discos: Tiempos difíciles se editó a principios de año y se convirtió en el primer disco de oro en la historia del rock argentino (30.000 copias al mes; y 130 mil con el tiempo); Actuar para vivir vio la luz al final. El inefable Enrique Symns tituló a una nota en la revista Pan caliente: Juan Carlos Baglietto: un boom no inflado. Los rosarinos estaban en la mira de los asesinos. Páez: "A algunos les parecía demodé la historia del matrimonio que pierde a su hijo. ¿Por qué les molestaba tanto? Pura inseguridad. Buenos Aires tomaba cocaína, nosotros tomábamos mate."
Veinticinco años después, los mismos que fueron tenidos en cuenta en su Rosario natal recién luego de triunfar en Buenos Aires, tendrán un curioso homenaje en vida. A partir de junio, el diario La Capital lanzará semanalmente un fascículo con la historia de la Trova rosarina, contada por sus mismos dueños. Baglietto: "Antes de que lo hiciera otro y lo contara mal, preferimos realizarlo nosotros. Y contarlo desde el lugar de la emoción más que de la nostalgia." Abonizio: "La idea fue mitad nuestra y mitad de la Secretaría de Cultura de Santa Fe. Estamos realizando un songbook y los fascículos. Va dedicado especialmente a nuestro papá histórico y del corazón: Litto Nebbia.
Algunos quisieran que escribamos nuestro epitafio pero no les daremos el gusto: vamos a festejar los 25 años de casados, las bodas de plata."
(fin)
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