domingo, febrero 04, 2007

Viejo regalo de montaña

Luego de unas semanas de vacaciones en la costa rionegrina y un viaje por el DF de México, volvemos con Kau Amigos. Aquí te comparto una nota sobre un ser que nació cuando en Egipto regían los faraones y que hoy sigue… vivo. Se trata de los alerces, unos bellos árboles que crecen en la Patagonia. Uno de los lugares mágicos de esta región es el lago Cisne, en la provincia de Chubut, donde hay un alerzal con ejemplares milenarios. Una mirada chilena sobre el tema, escrita por el periodista Mauricio Porto, publicado en el diario chileno El Mercurio, el 3 de febrero de 2007.

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Viejo regalo de montaña

Finis Terrae es el nombre en latín para referirse al fin del mundo...

La Región de los Lagos de Chile es la puerta de entrada a una de las zonas más vírgenes y remotas de la Tierra: la Patagonia Chilena, un reino aún dominado por la naturaleza y escasamente explorado por el hombre, un mundo frío, ventoso, húmedo, definitivamente salvaje y verde. Una selva lluviosa, tanto como el Amazonas, pero fría. No sólo por encontrarnos en latitudes muy australes, sino porque aquí los bosques se han desarrollado gracias a la humedad del Océano Pacífico, retenida por la cercana cordillera de los Andes.

En efecto, toda esta tierra cubierta de árboles son las faldas de las montañas que llegan hasta el borde mismo del mar, abarcando una superficie equivalente a casi tres veces el tamaño de Holanda.

Los parientes más cercanos con las especies de este bosque se encuentran en Nueva Zelandia, Tasmania y Brasil. Una flora aislada hace millones de años por la deriva de los continentes y el infranqueable levantamiento andino.

Sin animales venenosos y agresivos que amenacen al hombre, a diferencia de cualquier otro bosque en el mundo, esta selva patagónica, aunque dura climáticamente, es dulce y pacífica en sus formas de vida (con la excepción de las sanguijuelas, notables supervivientes cuyo ayuno de sangre puede superar los treinta años).

La mayoría de sus habitantes y sus árboles estaban aquí antes de la llegada de los primeros europeos al continente americano. De hecho, el ser vivo más antiguo habita en estos confines, en la profunda espesura de la Patagonia chilena: el alerce.

Es antiguo, pero mortal como nosotros, aunque su vida es nuestra eternidad, porque al llegar junto a él sentimos lo corto de nuestro paso por el mundo... Estamos frente a un ser que nació cuando en Egipto regían los faraones.

Junto a la araucaria, el alerce es -en estas latitudes australes del continente americano- el árbol de las cordilleras y el regalo de excursiones a las tierras altas.

En sus bosques milenarios, con gigantes de 50 metros de altura y cinco de diámetro, estos árboles han coexistido con el retroceso de los glaciares, las erupciones volcánicas y las sequías. Sus anillos se han convertido en la enciclopedia viva de la geología del planeta, tan completa y precisa que nos puede enseñar a predecir el clima del futuro.

Hallados por científicos chilenos, algunos de estos ejemplares registran más de 3.500 años. Considerando que los bosques aún existentes han sido estudiados en menos de un 5 %, es muy probable que algún individuo supere con facilidad los 4 mil años de edad.

Así, en algún paseo a esta maravillosa región del mundo, usted podría pasar frente a una de estas añosas criaturas, quizás sin saber que se halle junto el ser vivo más antiguo de nuestro planeta. En las montañas.

(fin)

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