martes, julio 11, 2006

Las muertes invisibilizadas


La muerte de un joven provocada por un atacante anónimo en el barrio de Belgrano, Buenos Aires, despertó un brote de psicosis en la clase media porteña, atizado por el manejo irresponsable que hacen del caso la mayoría de los medios masivos. Esos mismos medios que no dan cuenta de la violencia cotidiana que sufren las clases bajas, a manos de pandillas o policías. El sociólogo Juan Pegoraro analiza este cuadro social y mediático en una entrevista realizada por la periodista Mariana Carbajal, publicada por el diario Página/12, de Buenos Aires, el 8 de julio de 2006.

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El peligro de la psicosis

El sociólogo Juan Pegoraro, director de la Revista Delito y Sociedad, vive en Belgrano, a pocas cuadras de Cabildo y José Hernández. Al enterarse de la noticia del atacante anónimo, su primera reacción fue pensar que algún familiar suyo podría haber sido una de sus víctimas, como pensaron muchos porteños. Pero a la hora de reflexionar sobre el hecho, el investigador del Instituto Gino Germani, profesor universitario de Sociología del Sistema Penal, pidió no hacer “un drama”. “Es un hecho absolutamente policial psiquiátrico, que no va a repetirse ni mañana ni pasado”, opinó en un reportaje con Página/12 y consideró “absurdo” vincularlo con la inseguridad urbana. Además, cuestionó el tinte “amarillista” con que algunos medios de comunicación abordaron el tema y aseguró: “Si este hecho sucedía en una villa, no tenía la misma repercusión”.

–¿Cómo analiza el ataque que protagonizó un hombre en pleno centro de Belgrano?

–Entiendo que no es un hecho sociológico. Uno puede relacionarlo con una sociedad violenta, por supuesto, pero no necesariamente: el que disparó es una persona desequilibrada o que se desequilibró. Es responsabilidad de los medios no crear más miedo que el que esta sociedad genera por la desigualdad social y la crueldad de este orden social. El miedo es un elemento muy importante del control social. La persona con miedo es una persona debilitada. Cuando una persona es débil no puede ejercer su ciudadanía. Los medios no deben amplificar este hecho.

–¿Considera que lo han amplificado?

–Cuando insisten en que este hombre está suelto y puede seguir matando lo amplifican. En algunos medios hay un fuerte amarillismo y le han dado una lectura distinta con discursos del tipo: “Fíjense que este gobierno no controla” o “En el lugar no había ningún policía”. En muchos lugares de la ciudad de Buenos Aires no hay policías. Los mismos medios que enarbolan este discurso no relevan situaciones de violencia que suceden permanentemente en barrios marginales. Si este hecho sucedía en una villa, no tenía la misma repercusión.

–Algunos vecinos de Belgrano vincularon el hecho con la inseguridad. ¿Qué opina al respecto?

–Es absurdo. Lo que sucedió el jueves tiene muy poco que ver con la inseguridad. La inseguridad no pasa por ese tipo de hechos, pasa por otras cuestiones: el fenómeno de la exclusión social que se ve por la calle sí genera violencia. A mí me asombra que no haya reacciones más violentas con el 45 por ciento de la población por debajo de la línea de pobreza y estas torres tan ricas que se están construyendo, por ejemplo, en el mismo barrio de Belgrano.

–¿Qué aconseja para salir de la psicosis?

–Se debe pensar que es un hecho gravísimo y doloroso pero absolutamente accidental, que no tiene relevancia social. Como el episodio protagonizado por ese chico Junior (en una escuela de Carmen de Patagones). Son hechos inusuales. No creo que vuelvan a ocurrir mañana ni pasado. Lo que sí es una tendencia son los excesos policiales, la existencia de los desarmaderos de autos. Uno podría pensar que el contexto del menemismo hubiera sido más proclive a desencadenar un hecho como éste, porque había una claudicación moral muy fuerte en la sociedad, cosa que ahora no es tan así: uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo con este gobierno, pero hay otro clima cultural. Es más esperable en un contexto de mucha indefensión social. La bronca individual se acerca a este tipo de acciones. También hay que pensar que si la gente compra cada vez más armas, hay más posibilidades de que se usen.

–¿Es lógico que la gente sienta más miedo?

–La gente debe pensar que no tenemos aviones sobrevolando la ciudad de Buenos Aires y bombardeándola. No estamos inmersos en ese tipo de guerra.

–El discurso que se ha instalado, de alguna forma, es que cada vez es mayor el riesgo de que un joven de clase media muera violentamente en la calle en un robo, a manos de una patota juvenil y ahora por acción de un loco. ¿Se condicen las estadísticas con esta sensación?

–Por los datos que tengo hay muchos más chicos y jóvenes que son víctimas de la violencia en las zonas carenciadas en manos de otras pandillas, por ajustes de cuentas o por la policía, que en los sectores medios. Y estas muertes ni siquiera aparecen en los diarios o lo hacen con poca relevancia. Son muertes invisibilizadas. Ni qué hablar de las muertes dentro de los presidios, otro fenómeno invisible. Lo que ocurrió en San Pablo, Brasil, hace unas semanas puede repetirse acá: si no cambia la situación carcelaria vamos hacia allá.

–¿Se pueden prevenir hechos como el del barrio de Belgrano?

–No, para nada. Presumo que aun en sociedades antiguas o premodernas podía aparecer una persona con una espada en un mercado y cortar dos o tres cabezas.

–¿Puede generar una reacción de imitación, que otras personas salgan a disparar alocadamente a la calle?

–En ningún caso.

(fin)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado César:

Siempre estoy agradecido por tus inteligentes envíos, tanto de Pulso Cristiano como de kau-amigos. Te comparto una breve reflexión -algo ácida- sobre esta nota, que, en mi modesta opinión, refleja de modo bastante paradigmático al intelectual promedio universitario de nuestra querida y nunca tan vapuleada ciudad de Buenos Aires.

1) El "profesor" dice que no tenemos que preocuparnos por las muertes sucedidas en el barrio de Belgrano. Claro, a él no le tocó. Personas como él decían lo mismo de los desaparecidos durante el proceso militar.

2) El argumento es que se trata de "un hecho absolutamente policial psiquiátrico, que no va a repetirse ni mañana ni pasado". Lo que quizás no note el profesor es que este hecho ya es una repetición de otros hechos que consideramos que no se iban a repetir.

3) Este argumento se apoya en otro argumento, ciertamente original, de que hay un brote de psicosis en la clase media argentina. En la secundaria -y mucho antes de terminarla- me explicaron que la psicosis es "una enfermedad mental caracterizada por delirios o alucinaciones, como la esquizofrenia o la paranoia" (confieso: busqué la definición en un libro de psicología). Somos todos delirantes y alucinados. No le crean a los diarios. Evidentemente, (tengo que creerle a Pegoraro) nadie muere en las calles, y mucho menos nadie que pertenezca a la clase media.

4) Esta alucinación tiene una explicación irrefutable: "En algunos medios hay un fuerte amarillismo y le han dado una lectura distinta con discursos del tipo: 'Fíjense que este gobierno no controla'". Lamentablemente, quienes leemos los diarios somos medio tontitos y no nos damos cuenta de que los periodistas quieren derrocar a un gobierno honesto, democrático, que nos brinda trabajo, seguridad, educación, salud y -sobre todo- justicia. Gracias a Dios existen hombres preclaros como Juan Pegoraro para que nos abra los ojos a nosotros y a todos los jóvenes que estudian en la universidad.

5) Si existen algunas muertes (Quedémonos tranquilos... ¡no se van a repetir!) éstas ocurren porque el 45% de la población vive bajo la línea de pobreza ¡Qué novedad! Yo pensaba que los chicos que recogen basura en la calles de Buenos Aires eran ecologistas. Pero ahora entiendo: los delincuentes son los pobres, enojados de que haya gente que se compra un departamento en una torre. Porque los ricos no roban, ésos tienen sus necesidades satisfechas; los que roban son los pobres, que están excluidos. Pero ojo: esto tiene solución. Dejemos de construir torres.

Podría seguir, pero... como pretendo pertenecer a la clase media quizá sea parte de la psicosis que -por qué no reconcerlo- forma parte de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, sobre y tras nuestra venerable identidad nacional.

Que no panda el cúnico y como decía Tato Bores, ¡champán, papas fritas y good show!

Alejandro

Anónimo dijo...

Cesar, creo que la nota del asesinato de un hombre y su hijo anoche en Chacarita es mi respuesta a la nota que enviaste. En ella se hablaba de una psicosis creada por los medios surgida de un asesinato realizado por un desconocido. Para mi, el tema en juego no es la manipulación de una noticia, que, sin duda, es algo inevitable (siempre influye el mensajero), sino la violencia que acecha en un mundo donde parece estar todo permitido. Aquí pasa lo mismo. “Si te toca, es casualidad o mala suerte” como algunos piensan, me hace recordar a la frase de los ’70, “si desaparecio, en algo andaba metido”. Las cosas le pasan a los otros, nunca a nosotros. Lo peor de todo es que nadie se interesa en las victimas, si no en lo que le sucede solo a uno mismo, una trillada version urbana del egoismo. Recuerdo lo que dijo la hija de Martin Luther King en el Congreso Mundial Bautista realizado en Buenos Aires: “Al Buen Samaritano no le importo que podia pasarle a el si ayudaba al herido, sino lo que le pasaria al herido si el no lo ayudaba”. Un gran abrazo