La dicción fragmentaria de lo que acontece en el mundo es la única manera, hoy por hoy, de comunicar algo de lo que acontece en el mundo, afirma el periodista y filósofo Miguel Wiñazki en esta columna publicada el 18 de julio de 2006 en el portal Clarin.com.
Una aclaración: En el anterior envío mencioné que los hermanos Alejandro y Pablo Bedrossian habían comentado en el blog de Kau un artículo referido al asesinato de un joven en el barrio porteño. Esas opiniones fueron expresadas por separado, Alejandro desde Buenos Aires y Pablo desde Honduras.
Un saludo: A todos, feliz día del amigo, aunque estas conmemoraciones me suenan algo retóricas, superficiales y contaminadas por un tufillo comercial… Prefiero rescatar el origen del hombre que impulsó esta iniciativa, que era (y es) la confraternidad de los habitantes del planeta… y expresarte en forma personal mi afecto por vos, lector de este espacio…
.-.-.-
Elogio del fragmento
Está cambiando la dicción del mundo. No sólo la visión del mundo. Todo se dice de otro modo, y esa metamorfosis está íntimamente vinculada a los medios que expresan lo que ocurre, según esquemas lexicales caracterizados por la fragmentación y la contracción.
La tapa de un diario en papel tiene entre 10 y 12 elementos en promedio cada día. Esos elementos -títulos, frisos, fotos y subtítulos- remiten además a otros compendios de palabras cruciales e hiper-concisos: volantas, bajadas, epígrafes, y hasta infografías que combinan la lógica alfabética con la numerológica.
Esa máquina de comunicar que es la tapa de un diario impreso, difiere de la "tapa" de un sitio periodístico de Internet, que además de tener más cantidad de elementos, "está viva", cambia según ritmos y biorritmos de variación cada vez mas fluidos.
Por eso, se entiende que "decir" en un diario material o virtual es comprimir. Esa operación es consistente con la lógica lingüística de todas las nuevas máquinas de comunicación entre las que los celulares ocupan un espacio crucial. Escribir y enviar un mensaje desde un celular es condensar al extremo.
Esa compresión no necesariamente es una prisión del lenguaje como sostienen los críticos de la nueva dicción comunicacional. Es un nuevo formato. No dice menos un titular por ser breve; no se asimila brevedad a pobreza, ni tampoco. Por ejemplo; el título de tapa de Clarín en papel de ayer afirmaba en tipografía pesada: "Fuerte golpe de Hezbollah en la tercera ciudad israelí".
Esa oración ínfima en términos de extensión, tiene un rango máximo de intención y de concreción de elocuencia. Todo se mide por su nivel de comprensibilidad: la gente, las audiencias, saben lo que es Hezbollah, ubican el hecho, en el contexto de una guerra complejísima de la que están al tanto, y rápidamente infieren que la tercera ciudad israelí es Haifa.
Desde un parágrafo conciso se disparan caminos hacia amplísimos significados, no solo textuales, sino también políticos y geopolíticos, emocionales y religiosos y filosóficos.
En la Home page de ayer de Clarin.com, hubo durante el día un promedio de 80 elementos dispuestos simultáneamente en pantalla, sin contar los avisos publicitarios y sin contar tampoco el flujo permanente de enunciados de lo que se da en llamar "último momento". Había, como hay hoy, títulos, videos, columnas, y hasta libros cuyos adelantos pueden leerse con la presteza de un click. Cada fragmento lexical remite a la vez al ilimitado universo de la hipertextualidad.
Esa cuantificación de los elementos que componen una página en papel, o de una portada virtual es bastante parecida para la mayor parte de los medios escritos en el mundo. Dicho de otro modo: No hay máquinas eficientes de comunicación masiva escritas en el mundo que no contengan múltiples elementos fragmentados en sus portadas. Hay una ecuación comparativa de fragmentación: los elementos de los medios virtuales decuplican en promedio a la de los medios impresos. Son dos modelos de lectura convergentes.
La materialidad del papel exige una morosidad mayor que el vértigo de Internet pero en ambos, a escalas diferentes, la multiplicidad y la diversidad de los textos impera.
La dicción fragmentaria de lo que acontece en el mundo es la única manera, hoy por hoy, de comunicar algo de lo que acontece en el mundo
Los fragmentos son icebergs textuales, pero no necesariamente ocultan como los icebergs naturales la masa inmersa que los sustenta. Los icebergs textuales (los elementos enunciativos concisos de los diarios) son emergentes de enormes y complejas masas de información.
Los medios no informan, en el sentido absoluto de la palabra. Desde ángulos diversos, remiten a la información .
(fin)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario