viernes, enero 06, 2006

Consejos imprescindibles para unas vacaciones ideales e inolvidables

Como despedida hasta mi vuelta de las vacaciones, te comparto esta breve nota del periodista Marcelo A. Moreno, publicada en el diario Clarín, de Buenos Aires, el 5 de enero de 2006, con una serie de recomendaciones para disfrutar de este tiempo de descanso, sin importar si son en Tahití o en Parque Chás, Buenos Aires.

Consejos imprescindibles para unas vacaciones ideales e inolvidables

Para muchos se acercan, con sus promesas de liberación y ocio —he ahí una consigna para seguir a rajatabla—, de descanso y relax, de oxigenación física y mental, rara especie de aerobismo emocional.
Pero las vacaciones son algo para tomar muy en serio. Al menos con la misma carga de efectividad que suponemos dedicarle al más complejo de los trabajos.
Eso piensa un psicólogo amigo que, en general, piensa con acierto —la cantidad de pacientes con alta que registra permite sugerirlo—. Y, más allá de las interpretaciones, se anima a los consejos.
Lo primero, dice: que las vacaciones supongan un cambio radical. De paisaje, de hábitat, de horizonte, de ambiente. Por eso las playas, las sierras, el campo, las selvas, las montañas. Cortarla con el calor urbano y cuanto más profundo sea el corte, mejor.
Desde luego que todo esto tiene que ver con la billetera y con el contenido de la billetera y lo ideal sería mudarse no sólo de clima sino de idioma, de cultura, de colores y de costumbres; es decir, Bali, Dinamarca, las islas Fidji. Pero no es improbable que uno deba conformarse con la pelopincho en el patio de la casa.
¿Y entonces? Entonces, razona el habitante de Villa Freud, lo que hay que cambiar son los hábitos: salir mucho, animarse a sitios desconocidos de la ciudad, dormir la siesta religiosamente, tratar, en lo posible, de vivir en traje de baño, aunque el refresco provenga de una manguera. Y todo, sobre todo, con mucho humor.
Por otro lado está la compañía. Que no es poco. Lo ideal sería, dice, veranear con gente que a uno no lo estrese. O lo estrese lo menos posible. ¿Qué quiere decir? Que si uno se lleva a las patadas con su hijo del medio o con su hermano, o con su primo, lo mejor es que cada uno se vaya de vacaciones por su lado.
Eso, aclara, nada tiene que ver con la profundidad ni la calidad del vínculo: uno puede querer visceralmente a alguien y sin embargo llevarse como la mona. Más, arriesga, es muy común que cuando hay exceso de afecto las cosas no funcionen muy armoniosamente. Es entonces cuando privarse del otro significa privarse también del conflicto que es, finalmente, lo que todos quieren.
Y por último —o por principio— está uno. La actitud interior: desenchufarse de las preocupaciones laborales y cotidianas, romper la rutina, desentenderse de los agobios y otorgarse el placer intenso de poner la vida diaria entre paréntesis.

(fin)

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