miércoles, julio 04, 2007

No se vayan, que ahora viene lo peor

El periodista Marcelo Stiletano analiza en esta nota publicada en el diario porteño La Nación el 4 de julio de 2007 el decadente panorama de la TV abierta argentina.

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A una semana del escándalo desatado por la truculenta y gratuita exhibición de fotografías del cadáver de Nora Dalmasso en el segmento vespertino de América Noticias , tres horas antes del comienzo del horario de protección al menor, no surgió de la propia TV desde entonces y hasta ahora un solo indicio de autocrítica o señal de arrepentimiento en relación con estas conductas.

Por el contrario, lejos de cualquier mínimo acto de contrición, desde la pantalla se fueron sumando en los últimos días indicios tan visibles como significativos que siguen, en términos estéticos, la línea del exhibicionismo y la procacidad que tuvo su punto culminante el miércoles último en el noticiero de América.

Uno de sus conductores, Guillermo Andino, recibió en esa misma pantalla, pero en el living de Mirtha Legrand, durísimos cuestionamientos a la conducta del informativo. La conductora, con su frontal rechazo, no hizo otra cosa que acompañar y convalidar la lúcida tesis de Giovanni Sartori en su ensayo sobre la televisión. "Lo peor de todo es que el principio establecido de que la televisión siempre tiene que mostrar convierte en un imperativo el hecho de tener siempre imágenes de todo lo que se habla, lo cual se traduce en una inflación de imágenes vulgares (...) Unas imágenes de alguna historia lacrimógena (la madre que ha perdido a su hija entre la multitud) o truculenta (sobre algún asesinato), cuyo valor informativo o formativo de la opinión es virtualmente cero", señala el pensador italiano en Homo Videns, la sociedad teledirigida .

Además, con sus dichos, Legrand dejó al desnudo la inutilidad de toda la TV autorreferencial, que con escasas excepciones (como TVR ) queda al descubierto en su intención de hablar de la pantalla sólo cuando ésta promueve algún escándalo que, de paso, sirve de trampolín promocional a quienes están involucrados en él.

Como si todo esto fuera poco, son cada vez más los ejemplos de una TV impermeable a cualquier esbozo de rectificación. Anteayer, durante otro almuerzo de Mirtha Legrand, Sandro se quejó por teléfono del pésimo lenguaje que hoy recorre a toda hora la pantalla. Para comprobarlo basta con seguir cualquiera de los programas "deportivos" en los que batallones de enviados a la Copa América vuelven a hacerse los graciosos y repiten sin complejos los despropósitos perpetrados durante el último Mundial.

Y la lista sigue con la sucesión de equívocos y afirmaciones engañosas con las que los canales líderes (Telefé y el 13) trasladaron a la publicidad su pelea diaria por el rating, atribuyéndose el liderazgo a partir de los mismos datos, convenientemente sesgados en función del lugar que cada uno ocupa en las mediciones de audiencia.

La llegada, anoche, del "strip dance" a "Bailando por un sueño" promete más ramplonería y menos espíritu benéfico. Es el virtual regreso de aquel caño que parecía hace muy poco un límite, y a esta altura ha sido superado con asombrosa facilidad.

(fin)

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